Para entender un poquito mas de la historia de Convivio Café, quiero contarles un poco sobre mi historia personal. La historia de una niña Guatemalteca (una chapina), nacida con una hermana gemela idéntica, criada en la ciudad de Guatemala, la capital, con sueños de ser diseñadora-artista-doctora-popietaria de un restaurante-maestra (todo a la vez, por supuesto) al crecer. Así soy yo. Tuve la suerte de crecer con un padre que habló inglés y nos enseño un segundo idioma cuando éramos niños. "Uno nunca sabe cuándo le va a servir saber otro idioma," decía mi papá, y su voz siempre suena en mi cabeza. Para mi papá, tuvimos suerte como niños y en el camino correcto para hablar inglés; para mis amigos en la colonia, los niños Paiz eran raros.
Allí estoy yo a la derecha - una de las gemelas subiendo al bus VW de mis papás, uniformes y loncheras en la mano, listas para la escuela. No estaba bromeando cuando decía gemela idéntica - ¿puedes adivinar cuál de esas niñas soy?
Avanzamos un poco a los años estudiando diseño en La U (la universidad, como se conoce en Guate), amando a mi vida. Estaba tan orgullosa de mi grupo de amigos, mi familia, y si - mi país. Pero como siempre pasa, conocí un hombre de Xela, la segunda ciudad más grande al otro lado del país, en las tierras altas del oeste. Voy a evitar contarte los detalles románticos de cenas y el enamoramiento... y mejor salto a la parte en que decidimos hacer una vida juntos y casarnos. Empezamos nuestra vida - y familia - en la ciudad de Guatemala, pero no pasó mucho tiempo antes de que se le abriera la oportunidad de trabajar en una organización sin fines de lucro en los Estado Unidos. Todos esos años aprendiendo inglés por fin darían sus frutos cuando hice el gran viaje hacia el norte. La visa de trabajo era para 3 años - pensé, ¿tres años? ¡Eso no es nada! Así que en 2002 salimos de nuestro amado hogar de Guate con una niña de 18 meses, 4 maletas y una sensación general de tranquilidad sabiendo que en poco tiempo, estaríamos de regreso .
Desde la 'Tierra de la eterna primavera' (como se conoce con tanta adoración a Guatemala) hasta Colorado, la 'Tierra de 300 días de sol.' Excepto que no había sol. Llegamos en enero, en medio de una tormenta de nieve, con poco en que apoyarnos salvo nuestro amor mutuo. Dejamos una cultura donde todo giraba en torno a la comunidad y familia (y me refiero a toda la familia - vecinos, extraños y primos) a un lugar arraigado en el orgullo de un espíritu pionero, un lugar donde la independencia es fuerza. Imagínate, aquí éramos los 'ratones de la ciudad' del sur, que no hacen snowboarding, ni van de campamento, ni escalan 'fourteeners'. Pronto aprenderíamos nuestra siguiente palabra muy importante en inglés: outdoorsy. (Quiero agregar aquí que, 20 años después, hacemos caminatas, amamos la cerveza artesanal y el chile verde, e incluso hemos estado, voluntariamente en Casa Bonita dos veces. La Casa Bonita original y pre-pandémica. Ahora somos oficialmente "Coloradances" pienso yo.)
Seria incongruente no ser completamente honesta sobre la dicotomía de privilegios y dificultades he experimentado como una inmigrante en los Estados Unidos. Soy privilegiada de tener dos ventajas claras que hacen que mi vida en los EEUU sea muy diferente a la de muchos de mis compañeros inmigrantes. Primero, llegamos con una visa. Así que, llegamos documentados. Segundo, los dos de nosotros hablábamos inglés. Casi 25%+ de la población de Guatemala es analfabeta, así que nos consideramos muy privilegiados hablar dos idiomas desde pequeños.
Llegamos con un entendimiento muy limitado de cómo deberían ser los inmigrantes, o cómo debería hacer X, Y y Z para ser aceptados. Entendíamos las reglas, y las cumplimos al pie de la letra. Pero nuestra posición de privilegio nos separó y nos protegió de algunas de las circunstancias más duras, a veces potencialmente mortales, de tantos otros recién llegados a esta tierra.
Navegamos el sistema de inmigración como una familia, y eventualmente obtuvimos la ciudadanía. Y lo navegamos como familia documentada, siguiendo las reglas, esperando en la cola, haciéndolo de la manera que se supone que debe hacerlo, como muchas personas hoy quieren que hagan los inmigrantes. Permitanme decirles que el viaje de mi familia desde que se le otorgó una visa de trabajo en 2001, se mudó a Colorado en 2002, pagó impuestos durante años, contribuyó a nuestra comunidad en crecimiento durante años, construyó una vida, una familia, y carreras en este estado, y finalmente nos convertimos en ciudadanos en 2018; todo este proceso nos llevó literalmente 17 años y miles de dólares. Aprendimos mucho a lo largo de esos años y especialmente la lección que nos cambió la vida de cuán injusto y deshumanizante es el sistema de inmigración para la hermosa diversidad de inmigrantes que hacen que nuestras comunidad sean grandiosas.
Como puede ver en las fotos abajo, el día que finalmente nos juramentamos como ciudadanos estadounidenses, fue un poco más que eufórico, digamos. Y lanzamos una gran fiesta con nuestra diversa familia de Colorado.
¿Por que esto sea relevante para la historia de Convivio Café ? Como nuestro sitio de web dice:
"En Guatemala, un convivio es un encuentro donde todos seamos bienvenidos. Nos reunimos alrededor de mesas llenas de gente con nuestros amigos y vecinos para compartir, conectar y disfrutar de deliciosas comidas y bebidas de raíces culturales. En convivio Café queremos celebrar las raíces de nuestro barrio - algunas profundas y algunos recién plantadas - a medida que crecen una al lado de la otra.
Eso literalmente ha sido mi historia de inmigración en EEUU. Mis expectativas de vivir 3 años breves en EEUU se ha vuelto a 20+. He llegado a experimentar la amistad y la conexión en un país tan diferente al mío, pero rodeado de una comunidad que me da la bienvenida.
Si, podría escribir muchos más posts sobre los específicos de las historias de inmigración que oí en los años que trabajé como un asistente legal con Abogados de inmigración, sobre mi propia experiencia al sentir lo contrario de dar la bienvenida a cierta personas, y conociendo a mis compañeros inmigrantes, sus familias, sus historias, escribiendo cartas a los jueces en nombre de amigos en procesos de deportación - cambiando mi punto de vista tan negro/blanco a uno más expandido y en tonos de gris.
De ser honesta, a cada paso y desde los años de crecer en Guate hasta mi vida en Colorado y mi jornada de inmigrante, siempre he sido una chapina orgullosa. Han pasado momentos en mi vida donde el orgullo ha tomado una forma mas callada, intentando de probarme a mi misma, asegurar que sigo las reglas para ser aceptada, asegurandome que ellos ven el valor que tengo y todo lo que contribuyo a este experimento social de una nación fundado por inmigrantes - nuestro ensalada colectiva de frutas, (la analogía que prefiero).
Y mientras hay veces que he estado orgullosa, y el orgullo ha crecido, quiero sentirme fuerte y ruidosa también. Hay muy pocos espacios donde realmente siento un espíritu acogedor que hace que esta mujer inmigrante sienta que puedo ser ORGULLOSA y FUERTE por mi herencia, mi acento, mi familia, mi cultura. Quiero gritarlo desde las terrazas y dejar que otros sientan la calidez de mi bella cultura.
Eso mero es lo que quiero que sea este café inspirado en Guate. Un lugar donde los amigos y comunidad de otras tierras pueden venir y encontrar un espacio para simplemente estar. Ser ellos mismos, estar orgullos de su cultura, y ser ruidosos de quienes son. Un lugar para compartir con otros y no sentirse excluido por ello. Un lugar para pedir café en español sin preocuparse que no puedes pronunciar la bebida elegante en el menú. Un lugar donde las familias de Colorado con raíces profundas, junto con las familias transplantadas (tanto del Midwest America como de CentroAmerica) a Colorado pueden sentirse conectadas con su comunidad.
No importa dónde se nació, todos podemos florecer donde somos sembrados, a travez del lenguaje de nuestro corazón, a través de un lugar para estar juntos.
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